El tratamiento se realiza, con una tecnología láser que genera pulsos de energía con diferentes longitudes de onda, que actúan solo sobre las partículas de pigmento de tinta.
El láser actúa fragmentando las partículas de pigmento en partículas de tamaño mucho más pequeño que permiten que nuestro organismo las reabsorba y las elimine posteriormente a través del drenaje linfático.
En el transcurso de 4 a 6 semanas nuestro metabolismo irá eliminando las micropartículas de pigmento. No deben pasar más de 8 semanas entre sesión y sesión ya que hay estudios que demuestran que el proceso de eliminación se ralentiza.
En la mayoría de los casos, para eliminar un tatuaje son necesarias entre 6 y 8 sesiones, dependiendo de varios factores como la antigüedad, profundidad del dibujo, cantidad y tipo de tintas utilizadas, color de piel y localización corporal, entre otros.
Inmediatamente después del tratamiento se producirá enrojecimiento e hinchazón de la zona tratada.
Puede tener una sensación de escozor o quemadura después del tratamiento, generalmente esta sensación cede unas horas después del tratamiento.
Siempre es necesario proteger la zona tratada de la exposición solar y cabinas de rayos UVA.